En San Isidro, el peronismo se escribe con "P" de Posse
Macri, con Gustavo Posse.

En San Isidro, el peronismo se escribe con "P" de Posse

10.7.2019. Ninguno de los principales dirigentes de las familias peronistas de San Isidro (Santiago Cafiero / Sebastián Galmarini) quiso ser candidato para conducir su distrito y darle pelea al contradictorio Juntos por el Cambio que lleva al intendente Gustavo Posse nuevamente como candidato por quinta vez consecutiva.

Juntos por el Cambio, en San Isidro,  borra así con la mano su discurso de que venía a terminar con la reelecciones indefinidas de los intendentes “Barones del Conurbano”. Y el peronismo muestra su poca vocación de poder en un municipio donde casi el 70 por ciento de sus electores no vota al peronismo a nivel local.

Es por esa razón que no se entiende porqué Fernanda Miño, puntera de Juan Grabois -el dirigente de la Central de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP)- va de candidata a intendenta por el acuerdo político de estas dos familias que manejan los destinos del peronismo sanisidrense hace más de 30 años, tantos como la familia Posse (antes de Gustavo, condujo la comuna su padre, Melchor Posse).

Desde el propio peronismo se acusa a Juan Grabois de ser “el rey de los planes sociales”, y de su acuerdo con el gobierno de Mauricio Macri. Se calcula que Grabois maneja más de 20.000 planes sociales, y solo en San Isidro maneja más de 800.

Tambien tiene en San Isidro el manejo de más de cinco manzanas donde funcionaba el ARENASA, en Boulogne, entre Lamadrid y Gorriti. Allí, mientras otro sector de los trabajadores peronistas quería instalar la Universidad del Trabajo y la Producción, Grabois y Miño  tienen su base con el acuerdo de Posse y Macri.

Otra contradicción: mientras muchos sectores del peronismo piden por el 100 por ciento verde y público del Golf de Villa Adelina, algunos peronistas se quedan con más de cinco hectáreas verdes y públicas para armar una inmensa Unidad Básica, hasta con Iglesia propia.

“Macri se los dio y Posse hace silencio de radio, este es un país con un municipio generoso”, dicen voceros de la oposición sanisidrense, quienes señalan que “en esas cinco hectáreas podrían hacerse parques, centros culturales, universidades, y jardines maternales”.

Ninguno de los dirigentes que conformaron esta alianza dentro del peronismo -Galmarini, Cafiero o el propio Grabois, quien vive en Villa Adelina-,  quiso ser candidato a intendente. No les surgió la vocación de construir un proyecto en San Isidro que sea más justo, que genere inversión, producción y empleo.

“No se atreven a perder, solo quieren ganar algunos concejales para después negociar con Posse y Macri. Mejor seguir usando a algún compañero/a que se la crea. Mejor seguir perdiendo”, dicen los críticos del espacio.   

Fernanda Miño vive en La Cava. Todos la reconocen como buena persona pero con falta de capacidades y equipos para gestionar. Hace sólo dos años que llegó como concejal y, quienes la conocen, dicen que “todavía le falta mucho por aprender”.

En la rosca peronista no son pocos los que se preguntan porqué aceptó. Algunos le echan la culpa a su propio “ego político”. Otros simplemente a que Galmarini, Cafiero y hasta el propio Grabois están usando la inocencia política de Miño para tan sólo ganar una interna, meter un par de concejales y seguir negociando con Posse varios contratos. Y con Macri, varios planes sociales más.

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